domingo, 6 de diciembre de 2015

La crisis está en el interior de cada uno


Hoy no quiero escribir nada de mi cabeza, de mi emoción, de mi pensamiento, hoy, día de la Constitución española, 6 de Diciembre del 2015 quiero copiar y pegar las enseñanzas de un gran hombre que dice verdades como puños.
Aquí os dejo las enseñanzas de alguien grande, alguien humano, alguien que espero que conozcáis y apliquéis sus conocimientos.

La escuela es un lugar donde uno aprende sobre la totalidad de la vida. Si bien la excelencia académica es absolutamente necesaria, una escuela implica mucho más: es un lugar donde maestro y alumno exploran juntos no sólo el mundo exterior que les rodea, el mundo del conocimiento sino también su propio pensamiento y conducta. 

J. Krishnamurti

La educación siempre ha sido uno de los principales intereses de Krishnamurti. Consideraba que sólo si los jóvenes y los adultos pudieran despertar y ser conscientes de su propio condicionamiento, a saber nacionalidad, religión, prejuicios, miedos y deseos, lo cual inevitablemente lleva al conflicto, tan sólo así podrían incorporar en sus vidas una cualidad totalmente diferente
Cuando Krishnamurti hablaba con los alumnos de las escuelas, usaba un lenguaje claro y lúcido. Exploraba con ellos su relación con la naturaleza y con los demás y sus problemas psicológicos como el miedo, la autoridad, la competencia, el amor y la libertad. Para él, las escuelas eran un lugar donde se podían explorar las dudas existenciales más profundas en una atmósfera de libertad y responsabilidad.
Todas las escuelas que fundó comparten las bases más evidentes de este espíritu: escuelas establecidas en espacios de gran belleza natural, relaciones de mutuo afecto y amistad entre alumnos y maestros, una dieta vegetariana sencilla y completa, espacios de convivencia austeros aunque cómodos, aulas espaciosas y atractivas, bibliotecas y laboratorios bien equipados, y un ratio alumno-maestro pequeño y un profesorado altamente cualificado y motivado.

El núcleo de las enseñanzas

Escrito por Krishnamurti en 1980 a petición de Mary Lutyens, su biógrafa

El núcleo de las enseñanzas de Krishnamurti está contenido en la declaración que hizo en 1929 cuando dijo: «La Verdad es una tierra sin caminos». El hombre no puede llegar a ella por ninguna organización, ningún credo, ningún dogma, ningún sacerdote o ritual, ni por ningún conocimiento o técnica filosófica. Tiene que encontrarla a través del espejo de la relación, de la comprensión de todo el contenido de su propia mente, de la observación y no por medio del análisis intelectual o introspectivo.
El hombre ha creado dentro de sí mismo a modo de barrera de seguridad, imágenes religiosas, políticas, personales que se manifiestan en símbolos, ideas y creencias. El peso de estas imágenes domina el pensamiento de hombre, su relación, y su vida cotidiana. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas porque dividen a los seres humanos. Su percepción de la vida está moldeada por conceptos que la mente previamente establece. El contenido de su consciencia es toda su existencia. La individualidad es el nombre, la forma, y la cultura superficial que obtiene de la tradición y del entorno. La unicidad del hombre no yace en lo superficial, sino en la completa libertad del contenido de su consciencia, la cual es común a toda la humanidad. De modo que no es un individuo.
La libertad no es una reacción; en la libertad no hay elección. Es pura ficción pensar que porque uno puede elegir es libre. La libertad es observación pura sin dirección, sin miedo al premio o castigo. La libertad no tiene motivo; la libertad no está al final de la evolución del hombre sino que yace en el primer paso de su existencia. Con la observación, uno empieza a tomar consciencia de su falta de libertad. La libertad está en el darse cuenta sin elección en nuestra vida cotidiana y en nuestras actividades.
El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia y el conocimiento, los cuales son partes inseparables del tiempo y del pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestras acciones se basan en el conocimiento y, por tanto, en el tiempo, de manera que el hombre es siempre un esclavo del pasado. El pensamiento es muy limitado y, por consiguiente, vivimos en conflicto y lucha constantes. No existe tal cosa como la evolución psicológica. Cuando el hombre se da cuenta del movimiento de sus propios pensamientos, ve la división entre el pensador y el pensamiento, entre el experimentador y la experiencia, descubre que toda esta división es una ilusión. Tan sólo entonces puede darse una observación pura, la cual consiste en percibir sin la sombra del pasado o del tiempo. Esa percepción sin tiempo produce una mutación profunda y radical en la mente.
La negación total es la esencia de lo positivo. Cuando se niegan todas estas cosas que el pensamiento ha creado psicológicamente, únicamente entonces hay amor, que es compasión e inteligencia.

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